La virgen de los Rondeles

No se tienen datos fidedignos de como y por que se efectúa esta fiesta popular en nuestra villa, aunque todo apunta a una remotísima antigüedad, que ha ido cambiado y adaptándose al correr de los tiempo.

Parece ser que todo se remonta caso a los primeros albores de la humanidad, pues ya se celebraban unas fiestas muy parecidas en la Roma imperial, conocidas como “ Las Saturnales”, durante las cuales, por en estas misma fechas, los amigos y familiares se obsequiaban unos a otros enviándose antorchas encendidas y regalos diversos. El rey Tulio Hostillo, (años 600 a.c.), dicto reglas para su mejor desarrollo.

Luego, el pujante Cristianismo se encargo de transformar las viejas festividades paganas. El solsticio de verano se “bautizo” en San Juan, y el de invierno en Navidad, así como otros mucho que seria prolijo de citar. Las saturnales- cristianizadas y reformadas- se pusieron bajo la advocación de Santa Lucia, que como su propio nombre indica, es la que lleva la luz y por eso es la patrona de los hermanos invidentes. Santa Lucia se celebra el 13 de Diciembre, el día siguiente de nuestra procesión.

Con la cristianización de los países nórdicos, festividad y costumbre pasaron allí. Recordemos que en la misma noche mágica, las vírgenes suecas se colocan velas excedidas en la cabeza recorriendo calles y hogares en procesión, y eso (que ha trascendido incluso a las severas reformas luteranas), a la fuerza es algo más que una casualidad .Claro, que si es cierto que algunos nórdicos se establecieron en muestro pueblo en el siglo XVIII, puede que sea como algunos cantes: De ida y vuelta. Abierta queda esta observación a los investigadores.

Durante siglos, como una luz de Adviento, los molineros de aceite de nuestro pueblo llevaron ardiendo sus redondeles de esparto impregnados del sabroso zumo de aceituna, en un sencillo acto gracias por la cosecha a la Divina Pastora, la Virgen rustica y campesina como lo son ellos mismo. Solo que dicho redondeles (reondeles o rondeles, en dialecto andaluz), al ir desplegados como banderas adienses, se caían entre llamas, y era raro el que concluía el desfile que había alumbrado. Por eso, en 1974 se adoptó la costumbre de llevarlos enrollados, para poder así garantizar su duración, acompañados de unos villancicos que tienen “solamente” quinientos años de antigüedad.

Recordamos a nuestros visitantes que, lo mismo que lo fue en el mundo romano, esta es para nosotros una fiesta de fraternidad y sincera amistad entre todos, sin clases ni distinciones, y si ése es el espíritu que les anima, sea muy bienvenidos en nombre de la Divina Pastora.

Eleuterio Gutiérrez
Cronista Oficial de la Villa



Casarabonela, 12 de Diciembre de 1995